Rindo tributo a un clima deprimente

Helio Gallardo

No quiero quejarme
pero mi podadora de césped se ha descompuesto
y me obliga a pensar
y a buscar enemigos
 
alguna confabulación
tras el hecho sólo para el superficial simple
de una podadora que no arranca
ni en mi mañana libre del jueves
ni el domingo
mientras lo hace con toses y quejas reiteradas
únicamente el miércoles
guardando completo silencio (como si estuviera en el secreto)
el resto de la semana.
 
No quiero imaginar mal
pero este conjunto de situaciones
se me hace sospechoso.
Primero fue mi mujer
quien me comunicó que solo alcanzaría orgasmos
si el televisor a colores
exhibía la vida de un águila que ya está por extinguirse
y yo me colocaba sus sostenes.
 
Después vino la globalización
o la inflación, al mismo tiempo,
la fuga de mis hijas
y su regreso embarazadas
una de ellas, no recuerdo bien cual,
con sífilis.
 
En esta trama
lo de la podadora
no puede pasar inadvertido.
Existe una conspiración.
No por un quitame estas pajas
se devalúa mi fuerza de trabajo
se picotea mi seguridad sexual
y se humedece
mi imagen de patriarca.
No se necesita tanta astucia
para entender
este derrotero conduce
a algún tipo de colapso
de todos los circuitos naturales.
 
Pero yo no caeré en el lazo
aunque acechen en todos los rincones.
¡Espía, Satán, nadie logrará emboscarme
tu ley de incertidumbre y hielo!
 
Comprare una nueva podadora.
Acecho el rumbo de quienes me persiguen.
Me mantengo al tanto de su trama
que ha ganado para sí
a las principales regiones de mi césped.
Sé que el frenesí nervioso
con que me agredieron hoy
cinco de los rosales y la petunia
y la lluvia de hojas zarandeadas contra mí por el durazno
anuncian ominosamente
una ofensiva general del enemigo.
 
 
Helio Gallardo, Adquisición de un automóvil (San José: Ediciones Perro Azul, 2001), 52-3.