Trilce (XLV)

César Vallejo

Me desvinculo del mar
cuando vienen las aguas a mí.
 
Salgamos siempre. Saboreemos
la canción estupenda, la canción dicha
por los labios inferiores del deseo.
Oh prodigiosa doncellez.
Pasa la brisa sin sal.
 
A lo lejos husmeo los tuétanos
oyendo el tanteo profundo, a la caza
de teclas de resaca.
 
Y si así diéramos las narices
en el absurdo,
nos cubriremos con el oro de no tener nada,
y empollaremos el ala aún no nacida
de la noche, hermana
de esta ala huérfana del día,
que a fuerza de ser una ya no es ala.
 
 
César Vallejo, Hay golpes en la vida tan fuertes... (Santiago: Editorial Andrés Bello, 1996): 50.