FUIMOS víctimas, vos y yo, – de nuestros mutuos ardides, – señora, a causa de la emoción – que el estío produjo en nuestras almas.
Puso su parte Primavera – si no me engaña la memoria, para embrollar el juego, – pero con menor saña.
Porque en Primavera el aire es tan fresco, – que las rosas nacientes, – que el amor entreabre, – tienen olores casi inocentes;...